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Sin ramas que la detengan, la nieve se deposita en un claro del bosque, a la espera de los cálidos rayos de sol.

Tus ojos no ven, y te mueves a tientas. Tus dedos te cuentan lo que se esconde en la guarida de las sombras.

El viento hace dibujos en el cielo con la tinta de las nubes.

El punto donde fijas la mirada, y piensas si continuar o dar la vuelta.

Cuando lo vi, me imaginé un viejo pescador sentado, reparando las redes.