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En la azotea de la masía del Puig de la Balma, en Mura. Y lo de azotea es un decir, porque había una buena cantidad de roca sobre mi cabeza.

Cuando estás atrapado el ingenio te ayuda a encontrar una salida. Sólo tienes que observar, ver de qué dispones, y pensar un poco.

Seguramente les sería muy difícil subsistir lejos de la ciudad. El asfalto, las montañas de cristal y hormigón y las cuadrículas de caminos ...

No sé si sólo me pasa a mí o es una cosa habitual, pero no veo igual los pasillos que suben que los que bajan. En los que suben sólo veo esc...

Apenas ha pasado un siglo desde las grandes azañas de los pioneros de la aviación, y ahora para nosotros ir de una punta a otra del globo po...