San Martín de Tours fue un militar romano que se convirtió al cristianismo a mediados del siglo IV, mientras servía en la Galia. Fue enterrado un 11 de noviembre, y durante la Edad Media fue un santo muy venerado por los franceses. Tanto es así que introdujeron su culto en Catalunya durante la conquista franca, y fue el santo con más capillas y parroquias dedicadas. Hoy en día aún hay una treintena de municipios que lo tienen como patrón, así como un barrio de Barcelona.
Cuenta la leyenda catalana que un día muy frío, Martín dió su capa a un pobre en nombre de Jesucristo, y al pronunciar su nombre se formó un gran arcoiris (arc de Sant Martí en catalán) que fundió la nieve y quitó el frío al vagabundo. Por eso a los días de bonanza de primeros de noviembre (cuando se festeja San Martín) se le llama el "veranillo de San Martín" (estiuet en catalán).
La capa milagrosa se guardó como reliquia. El sacerdote encargado de custodiar esta reliquia (cappella o capa corta) era el "cappellanus". Este término dió origen al cantar "a capela" por el oratorio donde se conservaba la capa, y también a la palabra "capellán" para designar a un sacerdote militar (en catalán sacerdote es capellà).