lunes, 31 de agosto de 2015

No se necesitan parques

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Caleta de Sebo, La Graciosa.
[EXIF]


El árbol que comía rocas

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Regata de Itolatz - Orbaizeta, Navarra.
[EXIF]


Descubriendo el mundo

En el extremo sur del delta del Ebro se encuentra una zona de especial interés natural, una larga y estrecha franja de arena que separa el mar Mediterráneo de la Badia dels Alfacs. En esta zona viven y crían infinidad de especies de aves, y es bastante fácil acercarse a ellas para observar sus costumbres, claro que siempre con las precauciones necesarias. En las próximas fotos os voy a narrar una pequeña historia que empieza en ésta, en que un par de pollos de cigüeñuela empiezan a meter sus largas patas en el agua para descubrir el mundo que les rodea.

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Barra del Trabucador - Sant Carles de la Ràpita, Tarragona.
[EXIF]


domingo, 30 de agosto de 2015

Caleta de Sebo

Recordando el Paraíso.

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Caleta de Sebo, La Graciosa.
[EXIF]


Falsas hojas

Esperando ya el otoño.

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Regata de Itolatz - Orbaizeta, Navarra.
[EXIF]


Camino inconcluso

Se acabó. Las vacaciones se convierten en un recuerdo. Vuelve la rutina, y la cuenta atrás para el próximo fin de semana, esas vacaciones en miniatura.

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Barra del Trabucador - Sant Carles de la Ràpita, Tarragona.
[EXIF]


viernes, 28 de agosto de 2015

Postales de viaje: Osona 2013

En 2012 nos guardamos una semana de vacaciones para otoño, y la experiencia fue tan positiva que repetimos en el 2013. Esta vez elegimos un destino más cercano porque queríamos disfrutar del otoño en plena naturaleza, así que alquilamos durante 9 días una casa en el pequeño pueblo de Vidrà, en la comarca barcelonesa de Osona, pero en un territorio que reclama comarca propia, El Bisaura.

En este post no vais a ver las típicas postales de viaje porque el destino no es turístico, al menos del tipo de turismo que se promociona mediante postales. ¿Qué actividades se pueden realizar en otoño en un pueblo como Vidrà? Pues hacer excursiones. Hay un sinfín de rutas por los alrededores, cortas y largas, fáciles y difíciles. La más típica es la del Salt del Molí, de apenas 6km y no muy complicada. Tras descender a través de un bosque, uno de los primeros elementos que nos llama la atención es el puente de Salgueda, de aspecto románico pero no creo que sea tan antiguo, al menos lo que se ve ahora.

Pont de Salgueda

Poco más adelante llegamos a la parte baja del Salt del Molí. Realmente la visión es espectacular, y al parecer en los inviernos más fríos se hiela el agua de la cascada. De hecho cuando estuvimos había algo de hielo en algunas zonas marginales.

Salt del Molí de Vidrà

Otra excursión algo más larga pero fácil, es la que lleva a la iglesia románica de Sant Bartomeu de Covildases, de camino al Puigsacalm. Es la foto que abre el post. Tras varios kilómetros de suave ascenso paralelo a un curso de agua y atravesando bosques, llegas a un claro con las vacas pastando libremente y esta antigua iglesia presidiéndolo todo. Una grata recompensa.

Vidrà está en la antigua carretera que iba de Sant Quirze de Besora hasta Olot. Actualmente es una estrecha y tortuosa pista asfaltada muy frecuentada por camiones madereros, por lo que hay que conducir con precaución. Esta relativa cercanía con Olot nos anima a hacer una visita a la vecina comarca de La Garrotxa. La idea es visitar la famosa Fageda de Jordà en otoño un día de la semana en que no vamos a encontrar a nadie. Tras cruzar un terreno boscoso que en esta época está espléndido llegamos al pequeño poblado de Ciuret, y a partir de aquí la carretera se estrecha más y se hace más difícil a medida que ascendemos por la sierra. Una vez arriba tenemos unas vistas espectaculares del Puigsacalm, La Garrotxa y a lo lejos las cumbres nevadas de los Pirineos. El viaje por esta pista es muy recomendable, pero siempre con precaución por los enormes camiones madereros y las vacas que circulan por aquí tranquilamente con sus terneros.

La Fageda d'en Jordà es un hayedo muy peculiar porque crece en un terreno llano que es la colada de lava de un volcán vecino, el Croscat. Vale la pena pasear por él, mejor a pie que con los carros para los turistas.

Paseando por la Fageda d'en Jordà

Tuvimos la suerte calculada de no encontrar a casi nadie por el bosque, a diferencia de los fines de semana de otoño, en que acude casi toda Catalunya. Hay una ruta que cruza el hayedo y llega hasta el volcán de Santa Margarida pasando por Sant Miquel Sacot. Nosotros sólo llegamos hasta aquí y nos dimos la vuelta.

Sant Miquel de Sacot

Una de las ventajas de que este hayedo sea plano es que la vista se pierde tras infinitos árboles, y la luz del sol atravesando las hojas amarillas y aún verdes de los hayas crean un ambiente que no es posible ver en hayedos sobre terrenos más accidentados, sobre todo por la tarde.

Luz de la tarde en la Fageda d'en Jordà

Quizás la excursión que más me sorprendió fue una que hicimos a los Bufadors de Beví, en la sierra del mismo nombre en el vecino pueblo de Santa Maria de Besora. La ruta es circular, de unos 8km, y está catalogada como fácil, pero yo la calificaría de moderada ya que se pasa por lugares no aptos para personas con vértigo o respeto a las alturas. El camino comienza suave, discurriendo por una pista entre pastos de vacas al pie de la sierra. Luego rodea la sierra entrando en un bosque de hayas, y hay que estar atento a las marcas de la senda, ya que son verdes y apenas se distinguen del musgo. Al poco, y entre los arboles, empiezas a ver las formaciones rocosas que son los "bufadors", nombre que le viene del aire que sale a veces por estos huecos de roca de la montaña, producidos por un gran terremoto que formó grietas y cavidades por los que circula el aire de manera sonora.

Un bufador

Además en verano el aire es fresco y en invierno no demasiado frío, con lo que se crea un microclima que permite que se desarrollen aquí especies vegetales únicas que no hay en otros sitios. La sensación allí es extraña, como la de estar en el Parque Jurásico.

Corazón de la Serra dels Bufadors

Pasada la zona de los "bufadors" el camino empieza a ascender hasta situarse en lo alto de una cresta de la sierra, casi en el punto más alto de la misma. Las vistas quitan la respiración. Luego ya el camino desciende hasta llegar al punto de partida de la ruta.

En lo alto de la Serra dels Bufadors

Los nueve días nos permitieron realizar muchas más excursiones por la zona, pero yo creo que sólo éstas son las que me han dado las mejores postales.

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Osona y La Garrotxa, Barcelona y Girona.


miércoles, 26 de agosto de 2015

Postales de viaje: Cerdeña 2013

¿Os he dicho alguna vez que soy un enamorado de Italia? Pues si en el verano del 2012 no tuve bastante con la Toscana, en el del 2013 me volví a embarcar en un Grimaldi y puse rumbo a la isla de Cerdeña, a mitad de camino de Roma. El ferry zarpa por la noche de Barcelona y llega por la mañana a Porto Torres, al norte de la isla de Cerdeña, en pleno golfo de Asinara. Nos alojamos dos semanas en un apartamento en la localidad de Badesi, entre Castelsardo e Isola Rosa, a más o menos una hora de Porto Torres. La isla de Cerdeña es muy grande y las carreteras no muy buenas, por lo que hay que tener en cuenta el tiempo que se puede tardar de un sitio a otro, ya que el ferry de vuelta zarpa antes del amanecer.

Badesi es un lugar poco turístico del norte de Cerdeña. Es por eso que es bastante tranquilo, aunque en agosto hay cierta animación nocturna como el vistoso carnaval de verano, o las diferentes fiestas que organizan en la playa. El pueblo en sí no está en la playa, que queda a cinco minutos en bus o en coche. Si se va en coche el aparcamiento es de pago, pero no sale caro. Desde Badesi pueblo se puede disfrutar de unas bellísimas puestas de sol, con la silueta de Castelsardo de fondo.

Castelsardo es uno de los destinos turísticos de la isla. La imagen de postal más típica recuerda a Tossa de Mar o a Peñíscola. En los portales de las casas de la zona del castillo es típico encontrar mujeres mayores tejiendo cestos de mimbre.

Atardecer en Castelsardo

Desde Badesi vamos bordeando la costa hasta Santa Teresa de Gallura, el punto más al norte de la isla y desde el que se puede ver la vecina isla de Córcega, al otro lado del estrecho de Bonifacio. Por el camino es fácil encontrar coches aparcados en las cunetas, indicando que cerca hay alguna bonita cala a la que se accede caminando. Es la Costa Paradiso. A partir de Santa Teresa empieza la famosa Costa Smeralda.

Santa Teresa de Gallura

Desde Badesi pero hacia el Oeste podemos ir a Alghero, otro de los destinos turísticos, y sobre todo para los catalanes, ya que allí aparte de italiano también se habla catalán y hay muchas referencias a Catalunya, como los colores de la camiseta del equipo de fútbol local, que es la senyera. También los nombres de las calles, las cartas de los restaurantes, o hasta el altar de la catedral dedicado a "La Moreneta". Dado que es uno de los principales destinos turísticos de la isla, Alghero acostumbra a estar bastante lleno.

Aguas cristalinas de Alghero

Desde Alghero hacia el sur parte una carretera panorámica que bordea la costa occidental de la isla desde lo alto de los acantilados. Por esa carretera llegamos a Bosa, otro bonito pueblo a orillas de río Temo, el único navegable de Cerdeña.

Bosa

Al norte de Alghero, en dirección hacia la vecina isla de Asinara, llegamos a la localidad de Stintino, y en ella a la playa más famosa de Cerdeña, La Pelosa, la foto que encabeza este post. Es quizás la playa con maor densidad de bañistas que he visto en mi vida, más que la Barceloneta o Benidorm, pero es que esa arena blanca que apenas se puede ver debajo de la gente y esas aguas cristalinas que parecen una piscina bien lo valen. Es recomendable ir bastante temprano si no quieres aparcar muy lejos, y si quieres encontrar sitio para extender la toalla. Los italianos son gente muy playera que se instala a primera hora y pasa todo el día en la playa. El aparcamiento es de pago.

En contra de lo que pudiera parecer, la capital de Cerdeña no está en el poblado norte sino justo al sur de la isla, en Cagliari. La carretera que lleva hasta allí desde Sassari, al norte, es la única vía rápida de la isla, por lo que no se tarda tanto como se podría pensar. Cagliari es una ciudad grande cargada de historia, y bien vale la pena una visita. El barrio cercano al puerto, la Marina, aún tiene reminiscencias españolas y catalanas, como el hecho de que la iglesia esté dedicada a Santa Eulalia, co-patrona de Barcelona.

Cagliari

El interior de isla de Cerdeña no está muy poblado, por lo que las noches son bastante oscuras. Yendo desde Sassari hacia Badesi de noche y por el interior, te sorprende de noche que se te aparezca entre la oscuridad y de repente la impresionante iglesia románica de La Trinità di Saccargia, del siglo XII. Impresionante.

La Trinità di Saccargia

La Costa Smeralda es la más exclusiva de Cerdeña, y una de más de Italia. Allí lucen palmito la jetset italiana y los jugadores de fútbol italianos. También allí está la famosa residencia donde Berlusconi se citaba con jovencitas, y en Porto Cervo está la exclusiva discoteca Billionaire de Flavio Briatore.

Productos típicos de Porto Cervo

Una de las fiestas más típicas de los pueblos del interior de Cerdeña no se celebra en época estival, sino en invierno, y se trata del Carnaval. Pero no es un carnaval como el que conocemos de disfraces, comparsas y carrozas, sino otro en el que los participantes se ponen máscaras y visten con pieles y cencerros. Son los llamados "mamuthones". En Golfo Aranci, cerca de Olbia, se celebra un festival en verano para que los turistas conozcamos mejor esta tradición.

Festival de mamuthones

Por último otro sitio que visitar en Cerdeña es el archipiélago de la Maddalena, al norte de la isla. Se embarca en ferry en Palau y en media hora se llega al puerto de La Maddalena. Desde allí se puede acceder a la vecina isla de Caprera por un puente. En Caprera está la casa-museo de Garibaldi.

La Maddalena

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Sardegna, Italia.


martes, 25 de agosto de 2015

Postales de viaje: Mallorca 2012

No había pisado suelo mallorquín desde el viaje de fin de curso de 8º de EGB, más de 30 años atrás, así que ya era hora de regresar y redescubrir esta isla que tenemos tan cerca, y he de añadir que hacerlo en otoño te permite ver cosas que no son tan accesibles en verano, aunque también es verdad que anochece antes y hay muchos sitios cerrados.

Palma de Mallorca es una ciudad bastante acogedora. Vale la pena callejear por el casco antiguo, alrededor de la catedral, y pararse a contemplar algunos de los muchos patios interiores de sus casas. Y como he dicho antes, en otoño no sientes la presión de las masas de turistas. Entre la catedral y el puerto han arreglado un parque bastante majo, con un lago artificial en el que se refleja la catedral cuando el aire está en calma, y no cuando está a punto de caer una tormenta.

Parc de la Mar en Palma

Cerca de Palma hacia el oeste está la localidad de Andratx, que tiene una parte de interior, con la iglesia y el ayuntamiento, y otra de costa con el puerto y todas las instalaciones turísticas.

Llaguts al Port d'Andratx

Un poco más al oeste, en la punta de la isla, está el pequeño pueblo de Sant Elm, frente al cual aparece la isla de Dragonera cuya silueta parece un dragón. Al atardecer es cuando más se aprecia.

Anochecer en Sant Elm

Hacia el norte de Palma, en pleno centro de la Serra de Tramuntana encontramos la localidad de Sóller. Merece la pena llegar por la carretera vieja en lugar de por el túnel. Sóller es muy conocida por los viejos trenes que la unen con Palma y con el Port de Sóller. Si no me equivoco, estos trenes provienen de viejos tranvías de Lisboa.

Tren del Port de Sóller

Un lugar que merece mucho la pena visitar, o al menos me lo pareció a mí, es el pueblo de Sineu, en el centro de la isla de Mallorca, y sobre todo si la visita se hace en miércoles, día de mercado, porque el Mercat de Sineu es todo un espectáculo. El centro del pueblo se llena de paradas en las que se venden productos de la isla, e incluso animales de granja vivos. La foto de la sobrasada que abre el post está tomada en ese mercado.

Hacia el sureste de la isla, cerca de Felanitx, tenemos el pequeño pueblo marinero de Portocolom, que es uno de los pocos puertos naturales de la isla. No creo que en verano esté tan tranquilo como se muestra en otoño.

Anochecer en Portocolom

La zona más agreste de la isla es sin duda la Serra de Tramuntana, en toda la zona costera que mira hacia la península. Cuando te mueves por ella no puedes creer que aquellas montañas estén en una isla turística famosa por sus playas. Es más, en invierno es bastante habitual que nieve. En esta zona hay un paraje realmente espectacular, que es Sa Calobra y la carretera que lleva hasta él. Se trata de una carretera estrecha y revirada que va desde la carretera principal que bordea la Serra de Tramuntana hasta una cala escondida entre rocas. En verano es bastante frecuentada por autocares de turistas, por lo que las vistas desde las ventanillas deben ser de vértigo. En la parte más alta hay una curva de 270º llamada "el nus de corbata".

Carretera de Sa Calobra desde el Nus de Corbata

Al final de la carretera de Sa Calobra llegamos evidentemente a Sa Calobra, que realmente debe su nombre a la carretera, "la culebra" en mallorquín. Seguro que el nombre le viene por las curvas. Se trata de una pequeña cala con varios restaurantes alrededor. A un lado sale un pequeño camino que conduce a la pequeña cala donde desemboca el Torrent de Pareis, un lugar realmente espectacular.

Cala de Sa Calobra

Viajando hacia el norte por la Serra de Tramuntana llegamos a la zona de Formentor, la parte más septentrional de la isla, con unos acantilados espectaculares. La carretera al faro es bastante estrecha y con curvas, pero vale la pena acercarse e intentar vislumbrar la isla de Menorca en el horizonte.

Formentor

Cuando viajas por el interior de la isla de Mallorca, en algún momento te puedes llevar la impresión de que estás moviéndote por paisajes manchegos, y eso es porque son bastante habituales los molinos de viento, muy parecidos a los de La Mancha. Cada vez van quedando menos, pero por la zona de Algaida aún hay bastantes en buen estado.

Molino de viento en Algaida

Estuve en un montón de sitios más que no menciono en este post para no alargarlo más, pero esto es lo más destacado. Tengo que regresar a esta isla en otra época del año, si es posible que no sea verano, pero si no tengo otra opción, no me importaría repetir en otoño.

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Mallorca, Balears.

lunes, 24 de agosto de 2015

Postales de viaje: Toscana 2012

Si hay un sitio fuera de mi país donde me siento como en casa es en Italia, y cualquier excusa es buena para volver a visitarlo. Esta vez el momento fue el verano del 2012, y el destino elegido, la Toscana, una región que hay que visitar sí o sí. Para mí la mejor opción para llegar en coche desde Barcelona es en los ferris de Grimaldi. Te ahorras un día de carretera. Eso sí, hay dos rutas, la de Barcelona a Livorno, en la Toscana, y la de Barcelona a Roma pasando por Cerdeña, y aunque pueda parecer mejor la primera por ser mas corta, os recomiendo tomar la de Roma. Los barcos de la ruta de Barcelona a Livorno son como pateras gigantes repletas de ciudadanos magrebís ocupando hasta los pasillos y las escaleras. Una experiencia muy desagradable. En cambio los barcos de Roma son perfectos, como pequeños cruceros.

En total estuvimos dos semanas recorriendo los principales lugares de la Toscana y algunos otros de regiones colindantes, como la Liguria y la Umbría. A la ida nos alojamos una noche en Roma, ya que llegábamos a última hora de la tarde, y el resto del tiempo estuvimos en un apartamento en la ciudad de Lucca, cerca de Pisa. Saliendo de Roma en dirección a Lucca nos desviamos un poco para ver el curioso y espectacular pueblo de Civita di Bagnoreggio. Vale la penar ir aunque sólo sea para contemplarlo.

Civita di Bagnoreggio

Lucca es una agradable ciudad toscana cuyo centro histórico está aún amurallado y lleno de rincones y edificaciones interesantes.

Lucca

Vale la pena acercarse un día a La Spezia, una ciudad de la vecina región de Liguria, y alli tomar el tren que recorre un espectacular paraje costero llamado Cinqueterre porque lo componen cinco pueblos: Riomaggiore, Manarola (la siguiente foto), Corniglia, Vernazza y Monterosso. El billete turístico permite bajar y subir en cualquiera de los cinco pueblos, así como tomar un bus gratuito que comunica el pueblo de Corniglia con su estación, que está algo alejada. De Riomaggiore a Manarola se puede ir caminando por una bonita senda costera llamada Via dell'Amore. Tiene numerosos rincones para que los enamorados puedan pararse a descansar y disfrutar de las vistas, o para otros menesteres de enamorados.

Manarola

Para otro tipo de amantes, los de los paisajes y de conducir, la Toscana dispone de dos carreteras muy interesantes. Una de ellas la llaman la Chiantigiana porque recorre toda la zona vitivinícola de Chianti. El paisaje está dominado por los viñedos, y en cierto modo me recuerda mucho la zona catalana del Penedès, tanto por su orografía como por cómo son las fincas, grandes casas con caminos flanqueados por cipreses.

Viñedos de Chianti

La otra carretera que hay que recorrer es la llamada Crete Senesi, al sureste de Siena. Se trata del típico paisaje toscano a base de suaves colinas y caminos a las casas flanqueados por cipreses, todo entre campos de trigo, el trigo que sirve para hacer la harina de las pizzas y de la pasta. En agosto ya se ha cosechado todo el trigo, por lo que los campos se muestran amarillos en lugar de verdes, y en algunos de ellos se aprecia el color auténtico de esta tierra, el color "siena". Es la foto que encabeza este post.

Ya que estamos hablando de Siena, tuve la suerte de asistir a la carrera de caballos llamada Palio. Esta carrera se celebra dos veces al año, en julio y en agosto, y los habitantes de Siena lo siguen con un fervor increíble. Decenas de miles de personas se concentran en la Piazza del Campo, donde se disputa esta brevísima y accidentada carrera de caballos en que participan los diferentes barrios de la ciudad.

Palio de Siena

Hay un sinfín de pueblos y ciudades que visitar, todos con sus peculiaridades. Yo destacaría por ejemplo San Gimignano, también llamada la Manhattan de la Toscana por la presencia de decenas de altísimas torres medievales. Estas torres eran levantadas por las familias más opulentas y la altura era indicadora de su poder.

San Gimignano

También está Montepulciano, un bonito pueblo en lo alto de una colina y rodeado por viñedos de los que obtienen unos vinos excelentes.

Montepulciano

Y no pueden faltar las clásicas ciudades de Florencia y Pisa, ambas infestadas de turistas en las fechas estivales. Si bien Florencia es lo que llamo una ciudad-museo, donde hay obras de arte en cada rincón, tanto clásico como contemporáneo, he de admitir que Pisa me decepcionó bastante. Todos los edificios de interés están confinados en un mismo lugar, en una explanada donde hay más turistas que briznas de hierba. Aquí una postal diferente del Ponte Vecchio de Florencia.

Florencia

Y aquí otra postal diferente del recinto turístico de Pisa.

Pisa

Por último mencionar dos momentos fotográficos. Uno de ellos un atardecer en el lago Trasimeno, en la región de la Umbría, visto desde Passignano Sul Trasimeno, cerca de Cortona.

Atardecer en el lago Trasimeno

Y el otro momento es otro atardecer saliendo de San Quirico d'Orcia hacia Pienza. En este caso, justo al salir del pueblo, al trazar una curva vi de reojo el sol que quería ocultarse tras los cipreses de una casa. Afortunadamente a pocos metros pude parar el coche y salir con la cámara para inmortalizar el momento. Y no fui el único porque al verme haciendo fotos del atardecer en el borde de la carretera otros fotógrafos se animaron a hacer lo mismo y aquello casi se convirtió en una concentración. Uno de ellos hasta me dió las gracias por haber encontrado el momento y el lugar.

Atardecer en San Quirico d'Orcia

Guardo cientos de fotos de este viaje, pero creo que no son suficientes para ilustrar la Toscana. Voy a tener que ir más veces.

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Italia.

domingo, 23 de agosto de 2015

Postales de viaje: Lisboa 2011

El puente de diciembre del 2011 aproveché para visitar Lisboa, una ciudad no muy lejana que hacía tiempo que me aoetecía conocer. Y valió mucho la pena hacerlo porque me enamoré de esta bonita ciudad y de todos sus rincones.

Ir a Lisboa es como retroceder al pasado. Las casas y comercios de los barrios como Alfama o el famoso Bairro Alto conservan la esencia de los años 50 o 60 del siglo pasado. El pavimento y las aceras con esos característicos adoquines blancos, los tranvías y elevadores, los abundantes "castanheiros" que parece que fabriquen la niebla que envuelve la ciudad en los fríos días de invierno. No puedes parar de hacer fotos. La foto que abre el post corresponde al Bairro de Santa Catarina. La siguiente es la famosa torre de Belém, a orillas del río Tajo.

Torre de Belém

Un "castanheiro" creando ambiente en el barrio de Baixa.

Castanheiro en Baixa

El elevador de Glória, en el barrio de Chiado, es uno de los más fotografiados.

Elevador de Glória

El mismo elevador, pero de noche.

Elevador de Glória de noche

Y finalmente una vista de Lisboa desde el parque Eduardo VII.

Parque Eduardo VII

Sin duda volveré.

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Lisboa, Portugal.