Uno de los méritos de las fotos que hice en Èze fue conseguir que no saliera nadie en ellas. Lo cierto es que es un lugar turístico, muy turístico, y en pleno agosto y con muy buen tiempo no había rincón donde no hubiera nadie. Tenía que tener la cámara preparada y ser muy observador para encontrar rincones solitarios, aunque sólo fuera durante un instante. Aún así, al final de este callejón estaba a punto de aparecer un turista en escena. ¡Dejen pasar!
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