Resulta chocante que en una ciudad de marcado clima oceánico como Lisboa, con lluvias frecuentes y la humedad a la orden del día, las aceras y las calzadas estén construidas a base de adoquines pulidos, y que además los raíles del tranvía recorran las calles más empinadas. En una de las calles del barrio Alto vi un taxi con serias dificultades para superar una pequeña cuesta. Suerte que en el momento de la foto el Sol empezaba a asomar entre las nubes y pronto se secarían los adoquines.
No hay comentarios:
Publicar un comentario