Un gran legado que nos queda del afán imperialista de los romanos son sus carreteras, que permitían una movilidad ordenada por todos sus territorios. Aquí la calzada de la vía Domitia a su paso por Narbona. A nuestras espaldas Hispania, y al frente el camino hacia Roma.
Un momento que me recordó la famosa y angustiosa película de Hitchcock. A esta distancia no impresiona, pero las gaviotas de cerca no son pajarillos.
Ya sabíamos que Barcelona era un paraíso para los vehículos de dos ruedas, pero a pesar de la orografía, también están triunfando los de pedales, que compiten con los otros por su porción de ciudad.
Es lo que pasa por hacer las cosas sin planificación. La de Narbona tenía que haber sido una catedral de dimensiones notables, pero por diversos motivos quedó en la mitad. Una fea y sosa pared en mitad de la nave hace de fachada, con una minúscula puerta que parece la de servicio.
Así es como yo veo la Edad Media, como una etapa oscura de nuestra historia. Al menos la parte correspondiente a los "reinos cristianos", porque tengo la impresión de que la etapa de ocupación musulmana dejó bastante luz y color en nuestra historia. Lástima que la historia posterior se haya invertido, y ahora haya luz donde no la hubo, y oscuridad donde brilló la luz.
